Reconocimiento facial: la
tecnología que lo sabe todo
La prohibición en San Francisco de la herramienta que usa inteligencia
artificial para identificar rostros reabre el debate sobre esta tecnología
Imagen tomada en enero de una demostración rela de
identificación facial en la feria Horizon Robotics de Las Vegas. En vídeo,
declaraciones de Aaron Peskin, supervisor del Ayuntamiento de San Francisco . FOTO:
AFP | VÍDEO: REUTERS
Los sistemas de reconocimiento facial forman parte de nuestro día a día. El
rostro ya se utiliza en diferentes lugares del mundo para desbloquear móviles,
sacar dinero en cajeros, pagar en establecimientos, realizar controles en
aeropuertos o identificar a sospechosos en eventos multitudinarios como
partidos de fútbol o conciertos. En 2018 la cantante estadounidense Taylor
Swift usó, sin advertir a los asistentes, un software de reconocimiento facial en un concierto en Los
Ángeles para detectar acosadores entre su público. Este es solo uno de los
ejemplos que en los últimos meses ha levantado polémica entre organizaciones de
defensas de los derechos y abre el siguiente debate: ¿hasta qué punto merece la
pena la pérdida de privacidad a cambio de la promesa de una mayor seguridad?
Gobiernos de todo el mundo ya se han planteado esta pregunta. San Francisco
se convirtió la semana pasada en la primera ciudad en Estados Unidos en prohibir el uso de la
tecnología de reconocimiento facial. Otras ciudades como Oakland y
Berkeley, en el estado de California, y Somerville, en Massachusetts, también
están considerando si prohibir el uso de la vigilancia facial por parte del
Gobierno.
Los sistemas de reconocimiento facial a veces son fáciles de engañar, tal y
como se ha demostrado en diferentes ocasiones. Por ejemplo, el periodista
de Forbes especializado en ciberseguridad Thomas
Brewster demostró que una cara impresa en 3D es capaz de desbloquear la mayoría de terminales con
reconocimiento facial en el mercado. Y también se puede pasar inadvertido ante
este tipo de sistemas con maquillaje y peluquería. Incluso es posible burlar el
sistema mostrando imágenes pegadas al cuerpo que pretende ser reconocido, tal y
como muestra un hilo de Twitter.
“La tecnología de reconocimiento facial no es ni buena ni mala, es una
herramienta. La cuestión está en el uso que hagas de esa herramienta”, subraya
Luis Baumela, ingeniero
informático y profesor del departamento de inteligencia
artificial de la Universidad Politécnica de Madrid. Para él, el sistema de
desbloqueo facial de un smartphone“no genera
ningún tipo de dilema ético”. El problema llega, según sostiene, “cuando esa
información tuya, en vez de quedarse localmente en tu teléfono, se lleva a un
servidor central y se combina con muchos otros datos tuyos y rastros que vas
dejando en la web. “Con esa información combinada se puede saber casi saber
todo sobre ti”, afirma.
Y va más allá: “Imagina que esa información la combinas con sistemas de
reconocimiento facial de cámaras dispuestas en las ciudades, en los comercios,
en el banco o en el metro. Eso supone un invasión enorme de nuestra
privacidad”. En la misma línea se posiciona Samuel Parra, socio
de 451.legal y especialista en protección de datos personales, derecho
tecnológico y ciberseguridad: “Hay un montón de información que se puede sacar
a partir del rostro: Si una cámara te graba saliendo de una iglesia católica,
se presupone que tendrás una creencia religiosa relacionada con esa iglesia, y
si sales de un partido de fútbol, ya sabemos de qué equipo puedes ser, cómo vas
vestido, si vas o no maquillada, si tienes algún tipo de enfermedad visible en
la cara...”.
Parra sostiene que “esta tecnología es polémica porque es capaz de
identificar a personas en cualquier contexto sin que se den cuenta y aplicar
una serie de sesgos”. Los sistemas de reconocimiento facial no son perfectos.
En 2015 un usuario de Google Photos descubrió que el programa etiquetaba a sus amigos negros como gorilas. En
la Final de la Champions League de 2017, el sistema de reconocimiento facial
utilizado por la policía galesa falló al identificar a nueve de cada diez
personas, según The Wired. En 2018, el reconocimiento facial
de Amazon confundió a 28 congresistas con sospechosos de la policía.
La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) advirtió entonces en
un comunicado del peligro de que los organismos oficiales usen este tipo de
tecnología: "Que una identificación sea precisa o no puede costarle a una
persona su libertad o incluso su vida".
Imagen del actor Woody Harrelson usada por
la policía de Nueva York para identificar a un delincuente.GEORGETOWN
UNIVERSITY CENTER ON PRIVACY AND TECHNOLOGY AP
Esta última prueba pone de relieve la amenaza que este tipo de sistemas
pueden representar para las mujeres y las personas negras, ya que los conjuntos
masivos de datos con los que los algoritmos son entrenados están condicionados por nuestros conocimientos y prejuicios y
suelen incluir un porcentaje mucho menor de imágenes de mujeres y personas con
piel oscura que de hombres y personas con la piel clara. Casi el 40% de las
coincidencias falsas en el análisis del sistema de Amazon se correspondían con
las fotografías de personas de color, pese a que estas solo representaban a un
20% de los 535 congresistas. Un estudio del Centro
de Georgetown para la Privacidad y la Tecnología asegura que la
tecnología de reconocimiento facial utilizada por varios departamentos tiene
mucho más margen de error con afroamericanos.
Pese a ello, la compañía de Jeff Bezos no ha mostrado ninguna intención de
dejar de apostar por esta tecnología. La junta general de accionistas de Amazon
rechazó el pasado miércoles dos medidas presentadas por un grupo de inversores
que trataba de limitar la venta de este tipo de sistemas, según The New York Times. La primera de las propuestas
exigía a la empresa que "pusiera límites" a las ventas de su
herramienta de reconocimiento facial Rekognition a la policía y al Gobierno de
EE UU. La segunda pedía que grupos de defensa de los derechos humanos emitiesen
un informe independiente sobre esta tecnología.
Uso generalizado
La utilización de esta tecnología ya es generalizado en países de todo el
mundo. Mientras que en 2017 el mercado de la tecnología de reconocimiento
facial alcanzó los 1.400 millones de dólares, se espera que este año la cifra
ascienda a 1.900 millones, según Statista. Y se prevé un crecimiento gradual
hasta llegar a los 3.100 millones en 2022.
En Estados Unidos, Amazon ensaya una función en su aplicación de reparto
que obliga al mensajero a hacerse una foto cuando entrega el paquete para
cotejarla con un programa de reconocimiento facial. Y el Parlamento Europeo ha aprobadola creación de una
base de datos biométricos de la huella dactilar o de la cara del usuario de los
más de 500 millones de habitantes de la UE. Esta información estará disponible
para las fuerzas de seguridad, incluidas las responsables de los pasos
fronterizos de los países miembros.
Ejemplo de reconocimiento facial mostrado
en el último Consumer Electronics Show de Las VegasROBYN
BECK AFP
En Europa, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD)
prohíbe de forma general que se puedan tratar datos biométricos, según explica
Parra: “El rostro de una persona y los rasgos faciales con la capacidad
biométrica de identificarla de forma inequívoca son datos que incluso la
normativa les prevé una protección especial al mismo nivel que la información
sobre la ideología política o las creencia religiosas”. Pero subraya que hay
algunas excepciones en las que estos sistemas sí pueden ser utilizados. Por
ejemplo, cuando lo usan cuerpos policiales en la persecución de delitos y
terroristas a nivel internacional o cuando el afectado ha dado el
consentimiento y el tratamiento persigue una finalidad lícita.
El consentimiento es particularmente importante a la hora de utilizar
sistemas de reconocimiento facial. “Las caras se pueden reconocer a distancia a
diferencia de lo que ocurre con otro tipo de técnicas biométricas como el iris
o la huella dactilar, en las que es necesaria la colaboración de la persona,
que tiene que prestar su dedo para que le tomen la huella o acercarse a una
cámara para que le tomen una imagen con una determinada precisión”, cuenta
Baumela, que considera este aspecto un inconveniente de esta tecnología si se
utiliza inadecuadamente. Es decir, una compañía podría usar estos sistemas sin
que los ciudadanos fueran conscientes de ello. Un hombre ha llevado a los
tribunales a la Policía de Gales, en Reino Unido, por tomar una imagen de su
rostro con un sistema de reconocimiento facial automático mientras hacía
compras navideñas, según la BBC.
En España, esta tecnología permite sacar dinero por la cara en un cajero automático de
cuatro oficinas de CaixaBank en Barcelona sin necesidad de introducir un
PIN, abrir una cuenta bancaria con un selfie y
asistir a conciertos y eventos como el congreso mundial de móviles, que tuvo lugar el pasado
febrero en Barcelona. La estación Sur de autobuses de Madrid, por la que pasan
más de 20 millones de pasajeros al año, también cuenta con más de un centenar de cámaras y un sistema de
reconocimiento facial. De la misma forma, se han realizado pruebas en
aeropuertos. Aena puso en marcha en marzo junto a Air
Europa un proyecto piloto en el aeropuerto de Menorca que
permite a los pasajeros acceder a la zona de embarque y subirse al avión
mediante un reconocimiento facial utilizando detectores
biométricos. Se espera que los ingresos del mercado biométrico mundial en los
aeropuertos ascienda de 213 millones de dólares en 2018 a 389 millones de
dólares en 2022, según Statista.Estos sistemas ya han comenzado a
imponerse en los principales aeropuertos de Estados Unidos, India y China.
Vigilar a la población
China es precisamente uno de los lugares en los que más se ha extendido el
uso de esta tecnología. “A mí me da miedo porque no es ciencia ficción. En
China no se está utilizando para facilitar la vida de seres humanos sino todo
lo contrario”, afirma Parra. En el país asiático la policía usa gafas con reconocimiento facial para identificar a
sospechosos y hay 170 millones de cámaras de videovigilanciacon esta
tecnología instaladas por todo el territorio: “Los millones de cámaras te vigilan y ven si cometes cualquier acto que el Gobierno
considera inpropio”. Parra explica que estos sistemas se utilizan en
China para “medir la reputación de los ciudadanos”. El sistema de crédito social es un instrumento que
utiliza el big data para calificar el comportamiento de los usuarios. Dicha
valoración tiene consecuencias: por ejemplo, las personas con bajo crédito
social tienen prohibido adquirir billetes de tren y de avión.
También en China hay sistemas de reconocimiento facial en las puertas de
algunas escuelas para combatir el absentismo escolar y una compañía de
transporte de Shanghái pretende equipar su flota de autobuses con un sistema de reconocimiento
facial capaz de detectar la fatiga de los conductores. Este
tipo de sistemas incluso se utilizan para evitar el malgasto de papel higiénico
en los baños públicos del Templo del Cielo en Pekín. Una
máquina escanea el rostro del usuario, le dispensa un trozo de papel higiénico
de 60 centímetros de longitud y no le permite volver a usar más hasta que han
pasado nueve minutos.
Frente a usos más polémicos o con una finalidad no tan lícita, esta tecnología también podría tener efectos positivos
en la sociedad. Por ejemplo, a la hora de encontrar a desaparecidos. Solo en
Europa desaparecen cada año aproximadamente 250.000 menores, según datos de la ONG Missing Children Europe. El
año pasado la policía de Nueva Delhi utilizó esta tecnología para encontrar a más de 3.000 niños desaparecidos,
según The Independent. Además, la policía de Boston logró
arrestar a los dos terroristas que atentaron en 2013 durante la maratón de
Boston, en buena parte, gracias a programas de reconocimiento facial y desde el
Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano están utilizando estas
técnicas para detectar algunas enfermedades genéticas raras.
Gigantes tecnológicos como Apple, Facebook, Google o Amazon participan en
una carrera constante para incorporar el análisis de rostros a los nuevos
dispositivos. En 2017, Apple presentó el iPhone X, su primer dispositivo capaz
de desbloquearse con un escaneo del rostro del usuario. Este método de
autenticación funciona también en algunos teléfonos Android, como el Samsung
Galaxy Note 9, que cuenta con un sistema de seguridad biométrico que
combina el reconocimiento facial y de iris.
En 2019 se prevé que el 100% de los de teléfonos inteligentes nuevos
enviados contendrán tecnología biométrica, según Statista. Pero este tipo de sistemas no solo
se utilizan en smartphones. Por ejemplo, Apple ha
presentado un sistema de reconocimiento facial para abrir el coche, según el portal especializado en vehículos Motor.es, y Disney Research ha desarrollado una red
neuronal que se sirve de tecnología biométrica para estudiar las reacciones
emocionales de las audiencias cinematográficas, según TechCrunch.
Pero garantizar un buen uso de esta herramienta es imposible, según señalan
ambos expertos. “La experiencia en estos años ha demostrado que las empresas
sobrepasan todas las líneas rojas y si pueden hacer algo porque la tecnología
lo permite, lo van a hacer aunque sea una intromisión muy ilegítima en la
privacidad o la intimidad de las personas”, sostiene Parra. En su caso,
prefiere “tener más privacidad aunque eso redunde en menos seguridad”: “Si
tenemos que perder intimidad para otorgar seguridad, algo no estamos haciendo bien.
Siempre hay otros mecanismos. Es evidente que si todos lleváramos una cámara
encima grabando lo que hacemos constantemente, se reducirían muchísimo todos
los delitos y las infracciones y no haríamos nada mal, pero ¿esa es la sociedad
que queremos tener?”.
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