Posted: 15 Mar 2018 03:28 AM PDT
Publicado en el monográfico de La
vanguardia del Saló de l´Ensenyament de este año, dejo aquí el artículo.
Hace ya un tiempo que pensamos en
ello en El caparazón,,cuando
analizábamos el estudio del Institute for the Future (IFTF), Future Work Skills
2020, realizando una prospección acerca de las nuevas rofesiones, de los
cambios en las competencias que requerirán los puestos de trabajo del futuro.
Se trata de la denominada industria 4.0, también categorizada como cuarta
revolución industrial. Dicho en pocas palabras, se trata del cambio hacia
“fábricas inteligentes” (smart factories), capaces de adaptarse de forma
automática a las necesidades de cada proceso de producción. El concepto incluye
el uso de internet y tecnologías punteras, como el internet de las cosas, el trabajo
con enormes fuentes de datos, etc., pero supone también una evolución cultural
hacia la que denominamos la cultura maker, de pequeños artesanos que a través
de impresoras 3D y demás desafíen incluso el mundo de las patentes de la gran
industria. Aunque muchos estudios no descartan que el trabajador de carne y
hueso sea, en todo ello, cada vez más prescindible, renovando las pesadillas de
los luditas, en el momento actual y en un futuro inmediato, todo ello resulta
impensable sin la programación y coordinación por parte del ser humano.
Las competencias esenciales para el
trabajador o Maker 4.0
són:
Pensamiento adaptativo y
computacional:
es la habilidad de pensar y
encontrar soluciones y respuestas más allá de lo memorizado o resumido en
reglas. Resultan importantes la intuición, el ensayo-error, la flexibilidad, la
observación y cambio, la beta permanente, etc. Más allá de la inteligencia
mecánica, que se limitaba a la selección de opciones predefinidas, nos
dirigimos hacia modelos en los que la creatividad humana, la flexibilidad, la
capacidad de aprendizaje y la mejora constante serán esenciales.
Competencias técnicas,
pero cada vez más integradas en lo computacional:
no desaparece su necesidad, aunque
si pensamos en sistemas ciberfísicos, deberemos unirlas a las habilidades
propias del trabajo con TIC y datos. El uso, control, protección, seguridad,
análisis de los datos, etc. se convierten en esenciales.
Transdisciplinariedad:
la industria demanda, cada vez más,
graduados educados de forma interdisciplinar y orientados a la práctica.
Colaboración, sobre todo
virtual:
en el mismo sentido de lo anterior,
la abundancia y complejidad del conocimiento necesario actual hacen
imprescindibles habilidades para colaborar. Sea en cuanto a cooperación
interdisciplinar, gestión de proyectos, habilidades de comunicación,
competencia organizacional y liderazgo, toma de decisiones e incluso a nivel
transcultural, las competencias sociales se convierten en esenciales.
Aprendizaje permanente:
el trabajador o maker 4.0 deberá
mostrar, como cualidad esencial, disposición para el aprendizaje durante toda
la vida (life-long learning).
Gestión de la carga
cognitiva:
entendida como la capacidad de
discriminar y filtrar la información, incluye habilidades para aprovechar al
máximo el propio funcionamiento cognitivo ante enormes caudales de información.
Técnicas de documentalismo, de curación de contenidos, productividad personal,
etc., son ya esenciales.
Es indudable el cambio que todo ello
significa para los actuales sistemas de formación. Me gustaría terminar, sin
embargo, recordando que los usos actuales de nuestros jóvenes, crecidos en la
ecología de videojuegos, redes sociales, información caótica en internet, no
andan demasiado lejos de todo ello. Encontramos en las aulas participantes ya
hechos al trabajo colaborativo (community managers naturales), interdisciplinar
y multicultural, hábiles en la curación de todo tipo de listas y que aprenden,
casi de forma automática, cualquier nueva estrategia que les permita comunicar
o jugar (también en colaboración) mejor. La correcta canalización de todo ello
hacia el mundo laboral será la tarea esencial de los formadores del futuro.
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