Todo el mundo habla de seguir formándose y estudiando durante el resto de la vida. Pero ¿cómo se hace? El neurocientífico Martin Korte nos lo cuenta… y no siempre funciona como creemos.
• Siete estrategias para mantener la mente a punto
Nunca es tarde para aprender. Lo que
sea… Lo dice Martin Korte, neurobiólogo alemán y eminencia mundial en el
estudio de los fundamentos celulares del aprendizaje y la memoria. Sus
descubrimientos nos proporcionan toda una ristra de consejos para mejorar
nuestras vidas. Y durante toda la vida: de la infancia a la vejez. ¿Primer consejo?
Siga leyendo.
XLSemanal. ¿Qué hacemos mal cuando nos
ponemos a estudiar?
Martin Korte. Beber poco. Al cerebro solo le llega
un riego sanguíneo adecuado si estamos suficientemente hidratados. Aunque
supone apenas el dos por ciento de nuestro peso corporal, consume el 20 por
ciento del oxígeno y del azúcar de la sangre.
XL. Lo de beber agua lo habíamos oído
referido al deporte.
M.K. También hay que beber antes de clase o
de sentarse a estudiar, desde primera hora y no hacerlo solo con el día
avanzado. Es cierto que nuestros riñones intentan regularlo, pero una
hidratación idónea permite un aumento del rendimiento intelectual de hasta el
cinco por ciento.
XL. ¿En qué momento de nuestra vida
aprendemos más?
M.K. Siempre estamos aprendiendo cosas
nuevas, pero, a medida que nos hacemos mayores, nuestro cerebro compara cada
vez más la información nueva con la que tiene almacenada. Por ejemplo, los
niños disfrutan comprobando que al pulsar un interruptor la luz se enciende.
Para un adulto, solo es emocionante si acaba de instalar un regulador de
potencia e intenta ver en qué dirección hay que girarlo para que haya más o
menos luz.
XL. Entonces, no hay grandes
diferencias…
M.K. Claro que las hay. Las neuronas son
sensibles a los procesos de aprendizaje hasta el final de la pubertad. A partir
de los 20 años, esta sensibilidad empieza a disminuir de forma clara.
“Las personas nunca dejan de aprender. Las neuronas
resisten más cuanto más a menudo se las usa”
XL. ¿A qué edad ya somos demasiado
viejos para estudiar?
M.K. ¡Nunca! Las personas que no dejan de
estudiar y aprender pueden incluso retrasar la aparición de una posible
demencia. A diferencia de las articulaciones de la cadera o la rodilla, las
neuronas resisten más cuanto más se usen. De hecho, con cada actividad
neuronal, las células nerviosas liberan factores de crecimiento. Así que
mantenerte mentalmente activo a una edad avanzada es beneficioso. Y puede
hacerse.
XL. Lo de aprender toda la vida ¿no es
un gancho publicitario de libro de autoayuda?
M.K. No. Es un hecho: aprendemos durante
toda nuestra vida. Es una peculiaridad de la especie humana. Aunque se va
haciendo más difícil con los años. La capacidad que las neuronas tienen para
cambiar, la plasticidad del cerebro, se reduce. Además, el cerebro desarrolla
una resistencia creciente a lo nuevo, ya que amenaza los conocimientos
consolidados. Eso significa que con los años hay que estudiar de otra manera,
nada más. A los 60 no podemos hacerlo como a los 16.
XL. ¿Y entonces cómo?
M.K. En la juventud, la novedad despierta
tanta curiosidad que hace que esa información pueda almacenarse de forma
óptima. Pero cuando, con la edad, dices que ya no eres capaz de estudiar y
aprender bien, suele ser por otros motivos.
“Lo del aprendizaje activo hay que tomarlo al pie de la
letra: el movimiento ayuda, tomar notas a mano es mucho mejor que hacerlo en el
ordenador”
XL. ¿Cuáles?
M.K. Sobre todo por tener varias cosas en
la cabeza, por un exceso de multitarea. Estamos todo el día usando nuestra
memoria prospectiva para planear la siguiente acción. Eso consume capacidad de
cálculo en las regiones responsables de la concentración. Aprender exige máxima
concentración, y a edades avanzadas, más.
XL. Eso es fácil de decir…
M.K. Por mucho que critiquemos a nuestros
hijos por la continua distracción que les supone el móvil, lo cierto es que los
adultos nos distraemos con más facilidad: listas de tareas pendientes, correos
electrónicos, llamadas… Tenemos que ejercitar nuestra capacidad de atención,
aprender a controlarla.
XL. ¿Se puede aprender a aprender?
M.K. Sí. Por ejemplo, observando en qué
momentos del día nos concentramos mejor. El siguiente factor sería el tiempo
que le dedicamos. Unidades cortas, de una media hora, así como las repeticiones
frecuentes, suelen ahorrar esfuerzo. Recordamos mejor las cosas a largo plazo
si las aprendemos poco a poco y no en atracones. También podemos fijarnos en
qué asociaciones le funcionan a cada uno. Lo mejor para la mayoría es lo
visual, recurrir a los gráficos. La memoria visual es muy superior a todas las
demás formas de memoria.
XL. ¿Qué otros trucos hay?
M.K. Trabajárselo, estudiar de una forma
activa. Por ejemplo, reordenando apuntes o reelaborándolos de forma gráfica. El
cerebro compensa el esfuerzo almacenando mejor. Y lo del aprendizaje activo hay
que tomarlo al pie de la letra: el movimiento ayuda, tomar notas a mano es
mejor que hacerlo con el ordenador.
XL. En las universidades suelen
aconsejar que te hagas a mano una chuleta para los exámenes…
M.K. Y que luego te la guardes en el
bolsillo… Yo también lo aconsejo. Darle vueltas a la materia para condensarla
incrementa la capacidad de memorización.
XL. ¿Puedo poner mi cerebro en modo aprendizaje,
de un momento para otro, como pulsando un botón?
M.K. Si se despierta la curiosidad, sí. La
curiosidad hace que se activen sistemas turbo, como el de la dopamina. Pero lo
normal es que el cerebro tenga que ir preparándose poco a poco para estudiar y
aprender. Solemos necesitar unos 15 minutos. Por otro lado, las interrupciones
frecuentes y rápidas resultan muy inefectivas, por no decir inútiles.
XL. La digitalización está
transformando radicalmente el mercado de trabajo. ¿Podemos reciclarnos sin más?
M.K. Si una empresa ofrece habitualmente
formación continua a sus empleados, adaptarse a la digitalización no supone
mayores problemas. El éxito depende en buena medida de la cultura empresarial.
Siempre que aprendemos algo nuevo y tenemos que reescribir un hábito adquirido,
nuestro cerebro sufre, le cuesta, cometemos errores. ¡Pero si la empresa es
tolerante, acabará funcionando!
“Deberíamos considerar la vuelta a la letra impresa.
Almacenamos mejor la información si la leemos en libros tridimensionales que en
una pantalla
XL. ¿Y si no?
M.K. En ese caso, las posibilidades son
mucho peores. A muchas personas les cuesta aprender porque tienen miedo al
fracaso, no porque su cerebro ya no sea capaz de hacerlo.
XL. ¿Qué efecto tienen sobre el
aprendizaje la ansiedad y el temor a perder el empleo?
M.K. En ese tipo de situaciones, el nivel
de estrés es muy alto. Si aumenta en exceso, ciertas regiones cerebrales
simplemente se desactivan. Entre esas regiones se encuentra el hipocampo. Por
otro lado, no hay que demonizar al estrés. En realidad, el estrés que no te
agobia porque te ves capaz de afrontarlo lo que hace es darle alas al cerebro.
XL. ¿La digitalización es una
maldición o una bendición para el aprendizaje?
M.K. Las dos cosas. Es una bendición porque
nos permite ampliar de forma externa nuestros almacenes de información, ya sea
mediante un disco duro o en la nube. Y es una maldición por la distracción
continua que lleva asociada. De estas dos caras de la misma moneda, la que se
va imponiendo por ahora es la maldición.
“Con la edad, a muchas personas les cuesta aprender
porque tienen miedo al fracaso, no porque su cerebro no sea capaz de hacerlo”
XL. Así que… ¿de vuelta a los libros?
M.K. Al menos, deberíamos pararnos a
considerar cuándo merece la pena volver a la letra impresa. Almacenamos mejor
ciertos tipos de información si la vemos en libros tridimensionales porque
recordamos dónde la leímos. El factor espacial es un añadido. Por el contrario,
en una pantalla todo es igual. Cuesta saber si la información importante la has
visto al principio, en el medio o al final de un artículo.
XL. En una encuesta sobre ofertas
educativas, las apps de idiomas y las ofertas de e-learning reciben buenas valoraciones.
M.K. Funcionan especialmente bien en el aprendizaje
de idiomas, sí. Te permiten escuchar la pronunciación, hay vídeos cortos… Sin
embargo, los programas de e-learning puro tienen unas cuotas de abandono
bastante altas. El e-learning funciona sobre todo si va combinado
con un tutor, un mentor o un grupo. Es lo que se llama ‘aprendizaje integrado’
o blended learning.
XL. Muchos estudiantes tienen
problemas en clase, pero las academias y las horas de refuerzo les funcionan.
¿A qué se debe?
M.K. En parte, al tiempo adicional que
suponen. A veces, el problema tiene su origen en la atmósfera familiar. Los
padres deberían reflexionar sobre la forma en la que ayudan a estudiar a sus
hijos; si acaban discutiendo o enfadándose, esa situación de aprendizaje
adquiere una connotación negativa. Los profesores de apoyo no parten con esa
carga.
XL. ¿Qué ha aprendido usted
últimamente?
M.K. Este verano fui de vacaciones con mis
hijos. Ellos hicieron un curso de surf, yo me cogí unabodyboard. Se me dio
fatal.
XL. Qué consejos se dio a sí mismo
para afrontar la situación?
M.K. Lo que más me ayudó fue que intenté
no dejarme frustrar por la gente que tenía alrededor y que lo hacía mucho mejor
que yo. Me concentraba solo en lo que yo hacía. El primer día solo conseguí
hacerlo bien una vez, al día siguiente ya cogí tres buenas olas. Avanzaba, pero
también había retrocesos. Tenía que esforzarme para no dar por supuesto que
cada vez lo haría mejor que la anterior. Al cerebro le gusta comparar con la
situación más reciente, con lo que has hecho hace un par de minutos, y no con la
situación de partida. Me ayudó mucho acordarme todo el tiempo de lo
terriblemente mal que lo hacía el primer día.
PARA SABER MÁS
El último libro de Martin Korte, sin
edición en español, se titula. Wir sind gedächtnis...
(‘Somos memoria. Cómo nuestros recuerdos determinan lo que somos’).
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