jueves, 27 de diciembre de 2018

Rocío Hermoso, psicóloga de vigilancia penitenciaria: "Lo de Laura Luelmo es culpa del autor y del sistema".


Rocío Hermoso, psicóloga de vigilancia penitenciaria: "Lo de Laura Luelmo es culpa del autor y del sistema".

¿Los delincuentes sexuales son enfermos?

Algunos tienen trastornos, pero no son la mayoría.

Sus investigaciones indican que sólo reincide el 10%. Aun así, eso son centenares de agresores en potencia por la calle. ¿Qué pesa más, el garantismo democrático o la seguridad de las potenciales víctimas?

[Piensa mucho] El garantismo democrático, porque ese 10% se podría reducir si hubiera recursos adecuados. Pero no los tenemos. Y no tenemos una política de reinserción adecuada con tratamiento tras la condena. Y del 10% que reincide, no todos lo hacen en el mismo delito.

¿Debe haber libertad vigilada para un agresor potencialmente peligroso que ha cumplido condena?

Sí, pero ligada a un tratamiento. No deben ser medidas postpenales de control, sino terapéuticas. Un centro clínico, como en Nueva York. Las medidas postpenales deben ser centros con un margen de libertad. Si trabajáramos más con la voluntariedad, algunos sujetos aceptarían esas condiciones. Y los que no, tendrían derecho a su libertad, claro.

¿La castración química es una solución?

Bajo ningún concepto. Cuando la persona es castrada químicamente, si el impulso sexual va en el uso de la violencia, no va a utilizar el pene, sino otro instrumento. Esa castración no impide la violencia sexual.
Porque su motivación es el poder más que el placer sexual...
Es la dominancia. El gozo sexual lo obtiene a través del dominio.

¿La violación y crimen de Laura Luelmo es culpa de Bernardo Montoya o del sistema?

Hay varias causas. El sistema tiene culpa, porque sigue sin poner medidas. La pena no convence a nadie para no volver a agredir. Montoya estuvo condenado mucho tiempo, salió y piensa lo mismo. Una de dos: u optamos por la cadena perpetua o por medidas para que esa persona pueda no pensar lo mismo cuando salga, rehabilitar en serio. Y también, aun poniendo todas las medidas, habrá parte de culpa única en el autor.
Se dice que con la prisión permanente revisable, Montoya no habría matado a Luelmo porque estaría en la cárcel. Pero por su crimen anterior no habría sido condenado a esa pena.

¿Qué remedio es la prisión permanente revisable?

Está dirigida sin sentido a multitud de delitos. Es subir la pena a cambio de nada. Como es peligroso, hacemos evaluaciones a ver si una indica que ya no lo es y sale. Revisable significa que hago algo para que cambie, no dejar que lo haga el paso del tiempo eternamente. Tendría sentido si se centrara en la terapia.

Cuando usted oye que con la prisión permanente revisable Laura Luelmo estaría viva, ¿qué piensa?

Que no es verdad.  ¿Por qué?

Porque las medidas penales de por sí no logran los efectos. La gente piensa que por condenar más se protege más a la sociedad porque se mantiene dentro al delincuente para siempre. Bien, pero digámoslo con su nombre, no lo disfracemos. Hay muchas personas que están en el saco de la prisión permanente revisable que pueden recuperarse y con ella van a estar en una situación muy lamentable. Lo que realmente protege no es endurecer la pena, sino un sistema que prevenga la agresión.
  
¿Usted entiende la mano dura que exige parte de la sociedad?

Como ciudadana, sí. Pero soy profesional y debo contar lo que sé. Conocemos los casos que reinciden. Todos. Pero no los que no reinciden. Y cada día sale gente que ha cumplido condena por delito sexual. Hoy, la población de agresores sexuales en la calle sin reincidencia es del 90%.

¿En qué se basa para valorar la peligrosidad de un agresor?

En la existencia de trastorno. En la asunción de la autoría. Y en el análisis de su conducta delictiva, su capacidad de introspección, los sentimientos hacia las víctimas y si ha elaborado estrategias que le eviten reincidir. Se evalúa todo. Nunca tienes la certeza, pero puedes porcentualizar si es peligroso en nivel bajo, medio bajo, medio, medio alto o alto. Sólo sale quien tiene un nivel bajo.

O sea, la mayoría de los delincuentes sexuales que están libres tiene valoración de peligrosidad baja...

Eso donde hay esa evaluación, porque sólo se hace en Madrid y en Asturias. Sólo hay psicólogos de vigilancia penitenciaria que evalúen esto en Madrid y en Asturias. Los jueces de vigilancia deciden sólo con informes de quienes los ven en prisión, y muchas veces esas personas ni han efectuado tratamiento. Van a la junta con una votación sobre expediente. Nosotros determinamos la peligrosidad con una sensibilidad del 98%. Debería tenerlo toda España.

En 2017 se denunciaron 11.692 ataques sexuales, 32 al día. El 84% de las víctimas, mujeres, y el 96% de los agresores, hombres. ¿Qué piensa como jurista, psicóloga y mujer?

Es apabullante. Como jurista, que debemos regular el sistema penal incluyendo la prevención. Como psicóloga, que hay un componente de dominio, frustración y cultura machista contra la mujer como objetivo más fácil de agredir que al hombre. Y como mujer, que ese daño diario nos genera una sensación de vulnerabilidad bestial. Ya no es la ropa, ni la hora; es que estás expuesta ante alguien que ha decidido que eres más fácil de agredir o que le gustas. Tú notas cuando un hombre te produce miedo; lo que Laura le dijo a su novio es una realidad. Hay hombres que te colocan en alerta. Hay que hacer algo, no podemos vivir así.
¿Qué?
Tomarse las cosas en serio, no venderlas. No nos pueden decir 'estamos con vosotras' si nadie se sienta a pensar. Los parches no valen. Valen las soluciones meditadas con personas que conocen la materia, no la respuesta a una alarma social. La Ley contra la Violencia de Género planteó una asignatura sobre igualdad y no se ha hecho nada en 18 años.
Nunca hacen prevención porque es caro y no se dan cuenta de que el coste de lo penitenciario es muy grande. Prevenir es más barato.

¿Qué es lo más esperanzador y lo más duro que ha oído en su vida?

Tras evaluar durante siete años a un abusador sexual de sus hijas que negaba los hechos, un día se derrumbó y dijo que era un animal que no merecía vivir. Nadie fue tan duro con él como él mismo. Hizo crack, cambió, inició un tratamiento, tiene familia y no ha reincidido. Fue esperanzador. Y lo más duro... Un violador me dijo: 'La próxima vez no se queda viva, la próxima vez no me reconoce. Se lo aseguro'.

SERGIO GONZÁLEZ VALERO

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