Estrategias
para que los alumnos que tartamudean dejen de sufrir en clase
La escuela ha sido un
contexto hostil para el alumnado que tartamudea, principalmente por los
problemas relacionados con la participación oral en clase y el acoso escolar.
La investigación restrospectiva
recoge numerosos testimonios de adultos que recuerdan el sufrimiento de la
etapa escolar y el efecto negativo que aquellas experiencias
tuvieron en sus vidas a corto y largo plazo.
Es necesario preguntarse si,
actualmente, el 1% del alumnado que tartamudea en Educación Primaria sigue
experimentando el mismo riesgo de exclusión, a pesar de los cambios profundos
que ha experimentado la enseñanza.
Los maestros subrayan que la
situación no ha mejorado; reconocen que estos alumnos y alumnas son los grandes
desconocidos de la escuela y que no saben cómo ayudarles. ¿Es posible entonces cambiar la situación
de los estudiantes que tartamudean? ¿Quién debe cambiar: la escuela o estos
alumnos?
Reducir
la ansiedad al leer
El modelo inclusivo de escuela sitúa
las dificultades en los contextos en que se producen y, en consecuencia, actúa
para cambiar esos contextos. Así, reduciendo la ansiedad anticipatoria en los
momentos de lectura en voz alta, se pueden resolver en gran medida las
dificultades del alumnado que tartamudea. La tartamudez en la escuela no se
concibe entonces como un problema de un individuo que debe ser curado, sino
como una dificultad relacionada con la gestión de la convivencia escolar y la
participación oral. Desde esta perspectiva los maestros, trabajando en equipo,
son los profesionales que más podrán aportar para mejorar la vida escolar de este alumnado.
¿Es posible aceptar la tartamudez
como forma de hablar en la escuela? El nivel de aceptación dependerá del
trabajo realizado para cambiar las actitudes negativas de iguales y maestros.
Según los estudios sobre el contenido
del estereotipo, los maestros caracterizan al alumnado que tartamudea como
inseguro, introvertido, acomplejado, nervioso, tímido, emotivo, agitado,
solitario, insatisfecho e inteligente. Reconocen, además, su sufrimiento, pero
no saben cómo ayudarles por falta de formación y porque consideran que este
trastorno debe ser tratado por un logopeda y que ellos poco pueden hacer.
Este prejuicio les paraliza para
resolver el problema. Ahí está la barrera principal. Se eliminará difundiendo
en la escuela el conocimiento de la tartamudez. Un taller inicial de tres horas
con un logopeda experto será suficiente para entender el problema, para
identificar las barreras escolares y para pasar a la acción. La primera acción
será invitar al docente a contactar personalmente y
ofrecer, de manera explícita y empática, reconocimiento y apoyo al escolar que
tartamudea.
¿Cómo
flexibilizar la participación?
La flexibilización de la
participación tendrá como objetivo evitar la ansiedad anticipatoria que
exacerba la tartamudez. Las estrategias que se presentan a continuación solo
serán efectivas cuando el docente se conciba a sí mismo, además de como fuente
de conocimientos, como fuente de autoestima de todos sus alumnos. Entonces será
posible que las reacciones negativas no impacten en la imagen que el alumnado
que tartamudea elabora sobre sí mismo como aprendiz, como comunicador y como
persona.
·
Se
redactará y firmará con el alumno o la alumna un contrato en el que se recogerá
una jerarquía de dificultad para afrontar situaciones de lectura y habla en
clase. En cada caso, se debe ir comprobando el efecto de la experiencia en el
grupo y en el propio alumno que tartamudea en un lúcido proceso de
investigación-acción.
·
Además,
para flexibilizar la participación en la práctica, el trabajo cooperativo y la
tutoría entre pares serán los medios más eficaces. En un entorno cooperativo es
posible participar en pequeños grupos o por parejas: el maestro pide leer a una
pareja y, entre ellos, deciden quién va a leer en esa ocasión o si lo hacen de
forma coral.
·
Otra
opción es que el alumnado lea a su par (cuidadosamente seleccionado por
el maestro) o individualmente al docente o al pequeño grupo o, lo más difícil
en la jerarquía, a todo el grupo cuando acuerde asumir el reto. En ese caso, la
investigación ha constatado que lo mejor para evitar la ansiedad anticipatoria
es que intervenga en segundo o tercer lugar.
Usar
distintos patrones de habla
En cuanto a la forma de leer y
hablar, se pueden practicar en el aula distintos patrones de habla procurando
reducir la velocidad, aumentar las pausas, espaciar los turnos, utilizar
inicios fáciles (con las palabras que empiecen por vocal) y contactos suaves en
la coarticulación (por ejemplo, alargar ligeramente las consonantes sonoras
como la be,
la de
o la ge.
Este patrón de habla alternativo que utilizará el maestro y todo el grupo en
momentos puntuales facilitará notablemente la participación del alumnado que tartamudea.
El modelo inclusivo representa una
oportunidad para estos alumnos. Tal vez se pueda concretar mediante estas
acciones para mejorar la calidad de su vida escolar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario