lunes, 3 de diciembre de 2018


Estrategias para que los alumnos que tartamudean dejen de sufrir en clase

Luis Andrés Castejón Fernandez

Shutterstock / Sergey Nivens
La escuela ha sido un contexto hostil para el alumnado que tartamudea, principalmente por los problemas relacionados con la participación oral en clase y el acoso escolar.

La investigación restrospectiva recoge numerosos testimonios de adultos que recuerdan el sufrimiento de la etapa escolar y el efecto negativo que aquellas experiencias tuvieron en sus vidas a corto y largo plazo.
Es necesario preguntarse si, actualmente, el 1% del alumnado que tartamudea en Educación Primaria sigue experimentando el mismo riesgo de exclusión, a pesar de los cambios profundos que ha experimentado la enseñanza.
Los maestros subrayan que la situación no ha mejorado; reconocen que estos alumnos y alumnas son los grandes desconocidos de la escuela y que no saben cómo ayudarles. ¿Es posible entonces cambiar la situación de los estudiantes que tartamudean? ¿Quién debe cambiar: la escuela o estos alumnos?

Reducir la ansiedad al leer

El modelo inclusivo de escuela sitúa las dificultades en los contextos en que se producen y, en consecuencia, actúa para cambiar esos contextos. Así, reduciendo la ansiedad anticipatoria en los momentos de lectura en voz alta, se pueden resolver en gran medida las dificultades del alumnado que tartamudea. La tartamudez en la escuela no se concibe entonces como un problema de un individuo que debe ser curado, sino como una dificultad relacionada con la gestión de la convivencia escolar y la participación oral. Desde esta perspectiva los maestros, trabajando en equipo, son los profesionales que más podrán aportar para mejorar la vida escolar de este alumnado.

¿Es posible aceptar la tartamudez como forma de hablar en la escuela? El nivel de aceptación dependerá del trabajo realizado para cambiar las actitudes negativas de iguales y maestros.

Según los estudios sobre el contenido del estereotipo, los maestros caracterizan al alumnado que tartamudea como inseguro, introvertido, acomplejado, nervioso, tímido, emotivo, agitado, solitario, insatisfecho e inteligente. Reconocen, además, su sufrimiento, pero no saben cómo ayudarles por falta de formación y porque consideran que este trastorno debe ser tratado por un logopeda y que ellos poco pueden hacer.

Este prejuicio les paraliza para resolver el problema. Ahí está la barrera principal. Se eliminará difundiendo en la escuela el conocimiento de la tartamudez. Un taller inicial de tres horas con un logopeda experto será suficiente para entender el problema, para identificar las barreras escolares y para pasar a la acción. La primera acción será invitar al docente a contactar personalmente y ofrecer, de manera explícita y empática, reconocimiento y apoyo al escolar que tartamudea.

¿Cómo flexibilizar la participación?

La flexibilización de la participación tendrá como objetivo evitar la ansiedad anticipatoria que exacerba la tartamudez. Las estrategias que se presentan a continuación solo serán efectivas cuando el docente se conciba a sí mismo, además de como fuente de conocimientos, como fuente de autoestima de todos sus alumnos. Entonces será posible que las reacciones negativas no impacten en la imagen que el alumnado que tartamudea elabora sobre sí mismo como aprendiz, como comunicador y como persona.
·         Se redactará y firmará con el alumno o la alumna un contrato en el que se recogerá una jerarquía de dificultad para afrontar situaciones de lectura y habla en clase. En cada caso, se debe ir comprobando el efecto de la experiencia en el grupo y en el propio alumno que tartamudea en un lúcido proceso de investigación-acción.
·         Además, para flexibilizar la participación en la práctica, el trabajo cooperativo y la tutoría entre pares serán los medios más eficaces. En un entorno cooperativo es posible participar en pequeños grupos o por parejas: el maestro pide leer a una pareja y, entre ellos, deciden quién va a leer en esa ocasión o si lo hacen de forma coral.
·         Otra opción es que el alumnado lea a su par (cuidadosamente seleccionado por el maestro) o individualmente al docente o al pequeño grupo o, lo más difícil en la jerarquía, a todo el grupo cuando acuerde asumir el reto. En ese caso, la investigación ha constatado que lo mejor para evitar la ansiedad anticipatoria es que intervenga en segundo o tercer lugar.

Usar distintos patrones de habla

En cuanto a la forma de leer y hablar, se pueden practicar en el aula distintos patrones de habla procurando reducir la velocidad, aumentar las pausas, espaciar los turnos, utilizar inicios fáciles (con las palabras que empiecen por vocal) y contactos suaves en la coarticulación (por ejemplo, alargar ligeramente las consonantes sonoras como la be, la de o la ge. Este patrón de habla alternativo que utilizará el maestro y todo el grupo en momentos puntuales facilitará notablemente la participación del alumnado que tartamudea.
El modelo inclusivo representa una oportunidad para estos alumnos. Tal vez se pueda concretar mediante estas acciones para mejorar la calidad de su vida escolar.

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