Posted: 07 Feb 2018 04:57 AM PST
Lo afirman varios de sus
evangelizadores: es una de las principales tendencias tecnológicas este 2018 y
un avance significativo, también, en el camino hacia la empatía global que
promete internet cuando le dedicamos una mirada esperanzada. La realidad
virtual, esa que hasta hace poco solamente nos devolvía imágenes de películas
futuristas y de la que ya hablábamos en
2015 en El caparazón, ha llegado para quedarse y puede
significar, correctamente apropiada, muchísimos beneficios para seres humanos y
sociedades en general.
Google y sus entornos Cardboard,
Daydream anunciaban en el último CES (2018, Las Vegas), la salida al mercado
esta primavera de dos nuevos gadgets que la impulsarán para el público general:
Un nuevo visor independiente del smartphone y una nueva cámara de video que nos
permitirá realizar grabaciones 360 sin demasiados conocimientos o dificultad.
Ya no será necesario, así, adquirir
equipos caros como HTC Vive o Oculus Rift, con alternativas ya en el mercado
como los visores de Google Cardboard al módico precio de menos de 20 euros.
Con ellos y nuestro smartphpone de
gama media, podremos acceder a miles de experiencias de realidad aumentada,
desde la vivencia directa en un campo de refugiados en Siria a la simulación de
cómo ven el mundo gatos, perros y otros animales. Montañas rusas, viajes 360 a
cualquier lugar del mundo, juegos, películas inmersivas y más o menos
interactivas, entornos para la resolución de conflictos de estrés
posttraumático, recuperación de adicciones, sensibilización activista,
aplicaciones educativas con las que recorrer de forma colaborativa cualquier
realidad humana (Google expeditions), las posibilidades son infinitas para la
que muchos autores dicen que es la máquina última para la empatía humana.
Hackeo de los sentidos, Hackeo
social, nos lo cuentan Chris Milk, responsables de la ONU y otros/as en
las charlas Ted que he recogido en la lista de reproducción Selección VR-360
en El caparazón Inside, en la que también encontraréis distintos
ejemplos de lo que podéis hacer ya con un visor de menos de 20 dólares.
Extraigo de la descripción de uno de los
videos de la ONU, un texto de José L. Álvarez Cedena que me ha
parecido fantástico para entender el alcance socio-cultural del fenómeno:
Jean-Luc Godard, miembro destacado
de la Nouvelle Vague francesa que agitó el cine mundial en los años sesenta y
continúa, a sus 87 años, ajeno a cualquier convencionalismo y militando en la
vanguardia por convicción, afirmó en una ocasión que “la fotografía es verdad y
el cine es una verdad 24 veces por segundo”.
No conviene convertir en dogma las
frases del cineasta francés (también aseguró que todo lo que necesitaba una
película era “un arma y una mujer”) porque además de tener una radical libertad
creativa, también ha hecho gala durante toda su vida de ser un polemista
vocacional. Pero no puede negarse que el cine ha sido el gran arte popular del
siglo XX y que su influencia como generador de imaginarios y reflejo de
realidades ha trascendido con mucho el rectángulo de la pantalla.
Los grandes directores a través de
sus películas han conseguido transmitir mensajes moralizantes, patrióticos,
espirituales o políticos. No han cambiado el mundo, pero han servido como
catalizadores o difusores de innumerables movimientos sociales.
El cine, como pretendía Buñuel,
debería intentar ser siempre un “instrumento de poesía, con todo lo que esta
palabra lleva implícito acerca del sentido de liberación, de subversión de la
realidad, (…) de no conformidad con la limitada sociedad que nos rodea”. Pero
vivimos en un tiempo en el que el bombardeo audiovisual fomenta la confusión en
medio de un magma de imágenes que, por abuso, terminan aplanándose. Y sin profundidad
estamos demasiado expuestos a la mediocridad de los discursos. Hay quien en
medio de este caos ha querido interpretar en las nuevas tecnologías la llegada
de un aliado que permita, de nuevo, acercar esa relación íntima con el
espectador que conseguían las películas.
Por supuesto, es pronto para valorar
si la realidad virtual, una de estas nuevas posibilidades, ha venido para
quedarse de forma definitiva. Hay todavía mucho que investigar en cuanto a
formas narrativas, posibilidades técnicas y recursos expresivos como para
considerar que el binomio cine más VR es la respuesta de este tiempo a la
necesidad de contar historias que siempre nos ha acompañado. Pero ya hay
directores que se han lanzado a los brazos de las posibilidades que les otorga
la realidad virtual y, muchos de ellos, lo han hecho precisamente para eso:
para volver a emocionar al público e interpelarlos directamente para cambiar su
punto de vista sobre algunas de las realidades de nuestro mundo.
Gabo Arora es uno de ellos: “creo
realmente que la realidad virtual es la mayor máquina de empatía que conocemos
y puede convertirse en el medio más poderoso que tenemos los humanos ahora
mismo”. Arora apela a la empatía porque ese es el objetivo último de sus
documentales, buscar que quien los ve sienta, como él, una llamada para cambiar
su vida. Hace algunos años Arora trabajaba como asesor para las Naciones Unidas
(él mismo se define como un “ninja de la burocracia”), pero en su interior
buscaba una herramienta que le permitiera hacer algo más. Llevar el mensaje de
que es necesario cambiar muchas cosas en este planeta a un número mayor de
personas. Y cree haberlo encontrado en la realidad virtual. Desde 2015 es
director creativo (el primero que ostenta este cargo) de la ONU y hace un año
fundó LightSed, productora que busca el impacto social a través de las nuevas
formas narrativas. Un buen ejemplo de este impacto es Clouds Over Sidra, corto
documental que narra la vida cotidiana de una niña siria en un campo de
refugiados, que ha sido premiado y elogiado en numerosos festivales.
Lo más importante para Arora, sin
embargo, no es este reconocimiento, sino la efectividad a la hora de transmitir
el mensaje de que los refugiados necesitan nuestra ayuda. La mejor forma de
hacerlo, afirma, es que sintamos su necesidad y dice tener la prueba
“científica” de que con su película lo consigue: gracias a ella se han
multiplicado las donaciones de forma espectacular. Sólo por esto, Clouds Over
Sidra ya merecería más consideración que las decenas de clónicas historias de
superhéroes que cada temporada llegan a las carteleras.
En fin…. otro motivo para mantener
la esperanza que analizamos en profundidad en el video de esta
semana en El caparazón Inside.
Disfrutadlo:
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