Dentro
de los fenómenos que pueden tener lugar en la trayectoria familiar, la ruptura
de pareja de los progenitores es uno de los más importantes, incidiendo de
manera directa en la estructura familiar y en las relaciones entre sus
miembros, e impactando a nivel individual en cada uno de ellos.
En este sentido, la reconocida psiquiatra infantil Mª Jesús Mar domingo afirma “es probable que la conmoción que representa el divorcio no pueda compararse en complejidad e implicaciones con ninguna otra crisis de la vida del adulto y de la vida del niño, y los cambios vitales que preceden y que le siguen jugarán un papel determinante en el futuro emocional y personal de padres y de hijos” (Mardomingo, 2012, p. 143). Sin duda, la ruptura de pareja produce dolor en todos los miembros de la familia, pudiendo conllevar importante afectación en diferentes áreas de sus vidas, y especialmente a los hijos/as. En la misma línea, Bolaños (2008) refiere que “la ruptura genera dolor en todos los miembros de la familia y afecta especialmente a los hijos, cuando los hay. Pero sus efectos no deben ser concebidos únicamente como perniciosos”. De esta forma, se ha de tener en cuenta que puede ser la solución para situaciones de conflicto familiar, pudiendo resultar un alivio para todos los miembros de la familia, abriendo la posibilidad de reestructuración de las relaciones familiares (Mardomingo, 2012) y una gran oportunidad para mejorar su bienestar. Para que esto ocurra se requiere una adecuada gestión, tanto de los aspectos legales, como de los psico-emocionales, aunque ambos no son plenamente independientes. En muchas ocasiones, los progenitores no pueden llevar este proceso de una manera sana y constructiva, debido a que la situación excede sus propias capacidades y recursos cognitivo-emocionales; lo que impide, a su vez, que sus hijos/as también lo hagan. Ver Más Guia criterios Poder judicial custodia compartida
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