martes, 10 de mayo de 2022

El problema es el Ego. la pedagogía es una ciencia e imprescindible.

El pasado dos de abril Libertad Digital, periódico digital, publicaba un artículo de opinión titulado “Contra pedagogos”. Este Consejo, al advertir injustificadas faltas a la verdad, injurias a nuestra profesión y una completa ignorancia del autor , se puso en contacto con el medio para que nos diesen la oportunidad de la legítima defensa de nuestras profesiones. Al parecer, este medio, no entendió posible concedernos el espacio de réplica y de aclaración a todos sus lectores.  Esperemos que el resto de noticias que publican  tengan mayor grado de veracidad.

A continuación podrá leer el artículo que «Libertad» Digital no ha querido publicar en respuesta al artículo de opinión titulado «Contra pedagogos».

EL PROBLEMA ES EL EGO

Es fácil caer en el insulto, desprecio y la continua falta de respeto cuando por argumentario se tiene la debilidad del conocimiento, la mediocridad por seña y medio batallón de palmeros aplaudiendo lo que sea. Y entonces es, por desgracia, cuando aparecen los mesías, dando soluciones simples a problemas complejos. Y no hay disciplina académica ni ciencia que se salve; ninguna. Todos tenemos un ministro de economía en casa, que en un plis plas te da la solución al problema del desempleo en España. Por desgracia, hemos vivido una durísima pandemia, donde también hemos visto a esos mesías de la nada dando soluciones fáciles a la pandemia y poniendo de vuelta y media a los epidemiólogos, médicos y demás personal sanitario. Y todos tenemos al lado a un seleccionador nacional y al ingeniero de pista de Fernando Alonso dispuesto a poner a parir a jugadores, pilotos y hasta el fabricante de neumáticos, porque ELLOS son los elegidos. Y detrás, unos cuantos palmeros animando al más torpe de grupo. Y la pedagogía no es ajena a todo ello.

Antes les pondré en antecedentes. Ninguna ley orgánica en España, ninguna, ha sido diseñada por pedagogos. Así, desde LODE hasta LOMLOE, la participación de la pedagogía ha sido escasa o nula, porque la clase política española entiende que la participación técnica de expertos no va con ellos. Y cuando la ha habido ha sido socavada y utilizada por el interés partidista del político de turno. Y no solo le pasa a la educación. No es infrecuente observar como tal ley medioambiental o de seguridad ciudadana, o económica, son desarrolladas a espaldas de los expertos o incluso en contra de los criterios técnicos. Y esto es exactamente lo que sucede en educación en nuestro país. Por lo tanto, la pedagogía poco o nada tiene que ver con la legislación actual en educación. Otra cosa sea la utilización política del término pedagogía.

Pues, como les decía, la pedagogía no es ajena a estos mesías de la nada. Y el último es un tal Santiago Navajas, que hace honor a su apellido, no por el arte de la fabricación sino más bien porque el ancho del filo que es equivalente a su conocimiento de la pedagogía. En su artículo Contra los pedagogos, una broma pesada a la educación en el sentido más social de la palabra, comete una serie de errores, de tamaño colosal todos ellos. El primer error. Culpa a los pedagogos de la legislación pasada y actual, sin preocuparse de contrastar, investigar, supervisar la información y utilizarla sabiamente. Inmediatamente, nos describe su propio fracaso como docente, sin tener esa intención claro y sin caer en la cuenta de que, cualquier docente, utiliza, quiera o no, la pedagogía todos los días. La didáctica o la metodología, el control del contexto educativos son parte de la pedagogía, esa misma a la cual llama dogma. Es decir Sr. Navajas, si usted tuviera razón, sería un simple dogmático. Su segundo error, y grave, es acusar a la pedagogía de querer eliminar los contenidos. Le reto a que, públicamente, supere una prueba de nivel de cuarto de la ESO de todas las asignaturas. No se moleste, no la pasaría. ¿Y sabe por qué?. Porque el contenido por el contenido es un absurdo. Los contenidos son un medio no un fin. Por lo tanto, el debate riguroso no es contenidos sí o contenidos no, es contenidos cómo y para qué. Estará usted de acuerdo que el Mito de la Caverna es parte de una obra para llevar al lector a una serie de reflexiones y conclusiones, no para que se sepa del tirón una serie de conceptos que después no sepa utilizar y posteriormente olvide. Y hablando de esto, viene su tercer error. La memoria. Naturalmente que la memoria hay que ejercitarla, mejorarla y lo que es mejor, conservarla. Pero aprenderse de memoria los reyes españoles o el proceso de ecuaciones de primer grado para olvidarlo y volver a repetirlo el siguiente curso y así, sucesivamente pero sin aprenderlos ni utilizarlos ¿qué sentido tiene si ni usted, iluminado por la mismísima biblioteca de Alejandría, superaría una prueba de conocimientos de todas las asignaturas de cuarto de la ESO?

Su cuarto error, causa pavor, es la descripción del sistema educativo actual, que naturalmente no es adecuada. Para ello, que es la práctica más habitual, recurre al pasado. Yo, que soy algo más viejo que Navajas pero me conservo muy bien, recuerdo que la mayoría de alumnos salían del BUP y COU sin saber palabra de latín, ya no digamos de inglés o filosofía, que nos pasábamos los resúmenes de los libros de años anteriores y los vomitábamos en los exámenes para aprobar holgadamente. Pero ni palabra, oiga. Y, por cierto, hasta donde me alcanza la memoria y la sensatez, ya en la reforma de las enseñanzas elementales y medias de 1953 siendo ministro D. Joaquín Ruiz -Giménez, se discutió largo y tendido acerca de los contenidos acercándose, ya en aquel momento, a la tesis de la utilidad de los mismos. Llega usted tarde, querido amigo.

El quinto error es muy común. El esfuerzo, mérito, jerarquía, disciplina son palabras absolutamente integradas en la pedagogía. Otra cosa sea el sentido de las mismas. Pero están, y se trabaja en ellas porque la sociedad y sus necesidades evolucionan. Así, la disciplina del siglo diecinueve era bastante más laxa que la del dieciséis, se lo aseguro. O la palabra esfuerzo, que confunde con sacrificio, porque no se trata de esfuerzo si o no, sino más bien, esfuerzo cómo y para qué. En palabras de un buen colega mío “aprender es como hacer el amor, cuesta mucho esfuerzo pero todos lo hacemos de buen grado”. Por tanto, investigamos y elaboramos programas de mejora, experiencias innovadoras que vienen siempre a mejorar los sistemas educativos…que se dejan. Así, recuerdo, cuando la Universidad Católica de Valencia organizó unas jornadas sobre educación invitando a un alto responsable de educación de Finlandia. Le preguntaron acerca del éxito educativo de su país. Extrañado, la respuesta fue breve, enseñamos pedagogía al profesorado. Pero mesías los ha habido siempre. Le recuerdo que cuando se aprobó la ley de Educación General y de financiamiento de la reforma educativa, conocida por E.G.B, multitud de mesías llamaban al desastre apocalíptico, con argumentos exactamente iguales que los suyos, tanto que me parece que, en vez de opinar, copia. Ahí está la hemeroteca.

Su sexto error trata sobre la innovación. Les pasa a muchos, no se preocupe. Confunden inventos con innovación y falsos pedagogos con pedagogos. Así, muchos de los que en España se autoproclaman pedagogos, no los son. Y participan en debates, conferencias y hasta en formación del profesorado. Algún filósofo hay en este grupo, no se crea. Pero la ciencia avanza. Y efectivamente, en ese proceso se cometen errores. Pero entienda que nada es perenne, todo es caduco. Lo que hoy parece perfecto mañana se verá superado. Así es el mundo de la ciencia, así es el mundo.

Su séptimo error. Despreciar ya de por si no es adecuado, pero hacerlo desde la ignorancia, y más un docente, es lamentable. La orientación educativa y profesional, que atiende a todos los alumnos, familias y profesores, la atención a las necesidades especificas, que atiende al conjunto de alumnado que necesita una atención individualizada y a sus familias, también es pedagogía, también son pedagogos. Pero la pedagogía no sólo está presente en educación. Profesionales que desarrollan su profesión en el ámbito social, judicial, sanitario, empresarial, todos los días, de forma brillante y sin la necesidad de la ofensa y el insulto para captar mayor tasa de éxito.

Pero todo lo escrito no es el problema. La raíz de todo es el ego. ¿Quiénes son ustedes, malditos pedagogos para decirme a mí, “todopoderoso”, cómo enseñar? El problema no es la pedagogía, el problema es su ego.

Enrique Castillejo y Gómez
Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Pedagogos y Psicopedagogos de España

No hay comentarios:

Publicar un comentario