lunes, 19 de agosto de 2019


    MÉDICOS O BARBEROS
    Cuando apenas existían conocimientos médicos, los médicos podían ejercer de todo porque realmente no sabían casi nada. Así se muestra en la película Restauración (1995). Ambientada en el siglo XVII, el Dr. Robert Marivent (Robert Downey Jr.) además de médico hace hasta de veterinario. Durante siglos los médicos hemos vagado perdidos entre los pacientes. Parecía que sabíamos y no era así. ¿O es que sabían cosas que no son científicas y que resultan igualmente importantes para nuestra profesión? Como somos enanos a hombros de gigantes, no debemos despreciar a todos los médicos, cirujanos y barberos que nos han precedido.
    El best-seller  El médico sitúa su trama en la Inglaterra del siglo XI, época en la que se practicaba una medicina poco científica, sin apenas variaciones respecto a la antigüedad. Las autoridades continuaban siendo Hipócrates (siglo V a.c.) y Galeno (siglo II d.c.), con su teoría fisiopatológica de los humores: el cuerpo está constituido por cuatro humores, sanguíneo, colérico, flemático y melancólico; y tres fluidos: sangre arterial, venosa y fluido venoso; las enfermedades se deben a desarreglos entre los humores. Con el añadido de que en la Edad Media el poder de la Iglesia era mayor y que el ocultismo, la “magia negra”, proliferó por toda Europa, por lo que la medicina estaba teñida de religión y superstición. En El médico el huérfano Robert Cole sigue los pasos de un cirujano-barbero sin formación médica que le enseña algunos trucos y curas. Robert le ayuda a cambio de alojamiento y comida. Quiere encontrar el remedio para un mal muy extendido en la época y que causó la muerte de su madre: la “enfermedad del costado”, que no es otra cosa que la apendicitis. Ejercen la medicina como nómadas en una carreta, viajando de pueblo en pueblo en busca de enfermos. Cuando su maestro padece cataratas y un médico judío se las corrige, Robert se da cuenta de que es posible ejercer la medicina de otra forma. Decide marcharse con el médico judío a Isfahán, en Persia, donde enseña medicina el gran Avicena

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