jueves, 29 de agosto de 2019


LA REFORMA EDUCATIVA ESPAÑOLA DE 1970, LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA Y LA ESPAÑA CONSTITUCIONAL

  1. EL LIBRO BLANCO DE LA EDUCACIÓN. LA LEY GENERAL DE EDUCACIÓN Y FINANCIAMIENTO DE LA REFORMA EDUCATIVA

    Cuando es nombrado Villar Palasí ministro de Educación en 1968, la situación económica española había mejorado bastante con los Planes de Desarrollo Económico y Social de los años sesenta que pretenden disminuir los desequilibrios entre las rentas de las regiones ricas, industriales y las pobres, agrícolas. Los últimos años de la década grupos de progresistas, estudiantes y obreros se movilizan contra las limitaciones del régimen franquista. Con la continuación del II Plan de Desarrollo y un año más tarde, la llegada al ministerio de José Luis Villar Palasí es cuando comienza la auténtica etapa de revolución educativa.
            
    El Libro Blanco de la Educación

    Para la elaboración de este documento, que viene a asentar las bases del proyecto de Ley General de Educación en 1969, se contó con el asesoramiento de integrantes de la UNESCO y de algunos expertos españoles.

    En él se presenta en una primera parte la situación educativa española desde la perspectiva económica, cultural y social, para de esa manera justificar la necesidad de reforma propuesta en la segunda parte. En esta segunda parte se pretende la reforma total del sistema educativo y la mejora en la organización, así como acabar con la sectorización de los cambios. Los cambios legislativos adoctrinan a los españoles en el pensamiento franquista y aproximan la educación en lo posible a los parámetros de los países europeos.

    La enseñanza primaria sería obligatoria y gratuita desde los seis a los trece años. Desde el sindicato de Estudiantes Universitarios se tacha de utópico este proyecto renovador por la falta de puestos escolares.
  
    Se recogen en el Libro también las ideas del reciente Plan de Estudios de Segunda Enseñanza a cerca de la necesidad de que cada vez más estudiantes cursen esta etapa. En los ámbitos progresistas se habla de la necesidad de romper con el clasismo y los desequilibrios de esta enseñanza en términos de pública VS privada que reproducían la estructura social educando a élites, para lo que se establecen becas y matrículas gratuitas para los estudiantes más pobres. El ministerio se compromete a hacer gratuito el bachillerato y se actualizan los conocimientos impartidos en estos estudios. Desde algunos sectores se llega a proponer la no obligatoriedad de la religión, propuesta muy atrevida para el momento ya que la Iglesia seguía en parte apoyando el régimen franquista. Sólo el 36% de los hijos de obreros llegaban a cursar estos estudios.

    Las mayores desigualdades se dan en la Universidad. Sólo el 1 o 2% de los hijos de obreros alcanzaban este nivel por mucho que se defendiera que estaba abierta a todos, y la igualdad universitaria se ve como tema clave en la democratización de la educación ya que es un medio de salir de la pobreza y de acceso a puestos de mando de la sociedad. Las manifestaciones y huelgas en las universidades fueron muy frecuentes en una demostración pública de descontento por la situación político-social española, represora y elitista.

    Se hace una propuesta de integración en la universidad de una serie de estudios que aunque no lo fueran, reciben este rango como los cursados en las Escuelas de Comercio, Normal, ATS…

    A pesar de las mejoras que introducía, el Libro Blanco obtuvo diversas críticas: el olvido de la opinión de los profesores, falta de gratuidad en la red privada, la escolarización de los subnormales, el transporte y los comedores escolares, la escasez y carencias de preparación del profesorado, la falta de educación sexual, contenidos incongruentes con los intereses de los alumnos, la falta de referencia a la coeducación…

   

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