Evolución de la comunicación durante el primer año de vida
Desde el
nacimiento comienza la primera etapa de la comunicación, llamada prelingüística, es decir, todo lo previo al
lenguaje hablado. Los niños pequeños reciben una gran parte de estímulos lingüísticos,
comunicativos desde muy temprano, entre los 6 meses y el primer año, los niños
van interiorizando el sistema fonológico de su entorno, aprenden a centrarse en
las distinciones fonológicas típica de la lengua de sus cuidadores o padres y
empiezan a ignorar distinciones fonéticas finas que no están presenten en las
lenguas que oyen. Estos hechos pudieron ser demostrados en la segunda mitad del
siglo XX, aun entre bebés que no hablaban todavía, viendo sus reacciones
indirectas a estímulos sonoros presente en la voz humana.
Durante los
primeros meses, el llanto desempeña un papel fundamental en la comunicación de
los bebés, aunque esta conducta es instintiva y no aprendida. Posteriormente el
llanto va adquiriendo variaciones para cada
necesidad. La madre o las personas cuidan al niño empiezan a comprender lo que
desea su bebe en un momento determinado, por asociación de contexto. Ya
distingue cuando ese llanto manifiesta dolor, hambre, sueño
u otra molestia. Luego de la comunicación a través
del llanto, aparece la etapa del juego vocálico o balbuceo. Esto es cuando alrededor de los dos
meses surge la repetición incesante y aparentemente sin sentido de sonidos vocálicos primero (a-a-o-e-e) y luego
de sonidos guturales (g-g-g.). El bebé repite en
forma continua un sonido y poco a poco incluye otro nuevo y los combina. Así es
como paulatinamente va generando nuevos sonidos. En este momento, el niño es
capaz de responder a las incitaciones de la madre cuando es estimulado con los
mismos sonidos que él es capaz de producir. Este juego vocal se produce en
momentos de tranquilidad fisiológica, es decir cuando no hay estímulos externos
que llamen su atención y cuando sus necesidades estén satisfechas. En niños
cuyos padres son sordos y usan la lengua de señas se aprecia gestos con las
manos, que son similares a un balbuceo gestualizado.
Hacia los
cinco meses, comienza la segunda etapa del juego vocal, donde el bebe no solo
repite por placer, sino que entran en juego otros elementos importantes que son
los estímulos auditivos que le llegan del exterior y que le permiten incluir
nuevos sonidos. Así desde el segundo semestre de vida, hay una actividad vocal
semana a semana más diversa. Las posibilidades de emisión son cada vez más
variadas y amplias. Incluso en esta ejercitación que hace con los sonidos que
ha seleccionado y propios de su lengua materna, a través de la estimulación
brindada por el medio que lo rodea, no es raro que aparezcan semejanzas con
ciertos vocablos, y es allí cuando su familia quizá suponga escuchar un “mama”
o un “papa”, cuando en realidad el niño solo ha formado casualmente esas
combinaciones sonoras, por el solo hecho de entregarse al ejercicio de producir
sonidos; pero nada de todo ello constituye todavía lenguaje verdadero.
El niño
recién empieza a conceder significado a determinados sonidos emitidos llegando
al año de edad. Es durante este segundo semestre de vida que ira incorporando
la comprensión de palabras relacionadas con sus actividades cotidianas, como
por ejemplo: su mama, la alimentación, el sueño, el juego; o sea que todo esta
indudablemente ligado a lo que constituyen sus intereses. Esta comprensión, le
permitirá interiorizar estos significados como forma de transición hacia el
habla propiamente dicha; es la asimilación de un sonido determinado que se
vincula a una situación constante; así aprende a usar múltiples palabras que ha
oído siempre de boca de los adultos y en idénticas situaciones (acá esta papá,
vamos a hacer noni, esta es la mamadera, etc.). Esto es solo el comienzo, ya
que han de pasar algunos meses hasta que el niño se haga entender
satisfactoriamente a través de la palabra hablada, y mucho más hasta que pueda
usar el lenguaje en su plenitud.
Típicamente
los niños empiezan a articular mensajes de una palabra entre los 12 y los 18
meses, aunque la mayor parte de niños pequeños es capaz de reconocer su nombre
meses antes de empezar a articular otras palabras. Entre los 12 y los 24 meses
hay una explosión de adquisición léxica, los niños aprenden palabras
de objetos, y palabras asociadas a contextos y las producen espontáneamente.
Raramente producen mensajes de más de dos palabras antes de los 24 meses. El léxico se va adquiriendo a medida que va
aumentando la necesidad de expresarse en contextos concretos.
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