miércoles, 23 de enero de 2019

Evolución de la comunicación durante el primer año de vida

Desde el nacimiento comienza la primera etapa de la comunicación, llamada prelingüística, es decir, todo lo previo al lenguaje hablado. Los niños pequeños reciben una gran parte de estímulos lingüísticos, comunicativos desde muy temprano, entre los 6 meses y el primer año, los niños van interiorizando el sistema fonológico de su entorno, aprenden a centrarse en las distinciones fonológicas típica de la lengua de sus cuidadores o padres y empiezan a ignorar distinciones fonéticas finas que no están presenten en las lenguas que oyen. Estos hechos pudieron ser demostrados en la segunda mitad del siglo XX, aun entre bebés que no hablaban todavía, viendo sus reacciones indirectas a estímulos sonoros presente en la voz humana.
Durante los primeros meses, el llanto desempeña un papel fundamental en la comunicación de los bebés, aunque esta conducta es instintiva y no aprendida. Posteriormente el llanto va adquiriendo variaciones para cada necesidad. La madre o las personas cuidan al niño empiezan a comprender lo que desea su bebe en un momento determinado, por asociación de contexto. Ya distingue cuando ese llanto manifiesta dolor, hambre, sueño u otra molestia. Luego de la comunicación a través del llanto, aparece la etapa del juego vocálico o balbuceo. Esto es cuando alrededor de los dos meses surge la repetición incesante y aparentemente sin sentido de sonidos vocálicos primero (a-a-o-e-e) y luego de sonidos guturales (g-g-g.). El bebé repite en forma continua un sonido y poco a poco incluye otro nuevo y los combina. Así es como paulatinamente va generando nuevos sonidos. En este momento, el niño es capaz de responder a las incitaciones de la madre cuando es estimulado con los mismos sonidos que él es capaz de producir. Este juego vocal se produce en momentos de tranquilidad fisiológica, es decir cuando no hay estímulos externos que llamen su atención y cuando sus necesidades estén satisfechas. En niños cuyos padres son sordos y usan la lengua de señas se aprecia gestos con las manos, que son similares a un balbuceo gestualizado.
Hacia los cinco meses, comienza la segunda etapa del juego vocal, donde el bebe no solo repite por placer, sino que entran en juego otros elementos importantes que son los estímulos auditivos que le llegan del exterior y que le permiten incluir nuevos sonidos. Así desde el segundo semestre de vida, hay una actividad vocal semana a semana más diversa. Las posibilidades de emisión son cada vez más variadas y amplias. Incluso en esta ejercitación que hace con los sonidos que ha seleccionado y propios de su lengua materna, a través de la estimulación brindada por el medio que lo rodea, no es raro que aparezcan semejanzas con ciertos vocablos, y es allí cuando su familia quizá suponga escuchar un “mama” o un “papa”, cuando en realidad el niño solo ha formado casualmente esas combinaciones sonoras, por el solo hecho de entregarse al ejercicio de producir sonidos; pero nada de todo ello constituye todavía lenguaje verdadero.
El niño recién empieza a conceder significado a determinados sonidos emitidos llegando al año de edad. Es durante este segundo semestre de vida que ira incorporando la comprensión de palabras relacionadas con sus actividades cotidianas, como por ejemplo: su mama, la alimentación, el sueño, el juego; o sea que todo esta indudablemente ligado a lo que constituyen sus intereses. Esta comprensión, le permitirá interiorizar estos significados como forma de transición hacia el habla propiamente dicha; es la asimilación de un sonido determinado que se vincula a una situación constante; así aprende a usar múltiples palabras que ha oído siempre de boca de los adultos y en idénticas situaciones (acá esta papá, vamos a hacer noni, esta es la mamadera, etc.). Esto es solo el comienzo, ya que han de pasar algunos meses hasta que el niño se haga entender satisfactoriamente a través de la palabra hablada, y mucho más hasta que pueda usar el lenguaje en su plenitud.

Típicamente los niños empiezan a articular mensajes de una palabra entre los 12 y los 18 meses, aunque la mayor parte de niños pequeños es capaz de reconocer su nombre meses antes de empezar a articular otras palabras. Entre los 12 y los 24 meses hay una explosión de adquisición léxica, los niños aprenden palabras de objetos, y palabras asociadas a contextos y las producen espontáneamente. Raramente producen mensajes de más de dos palabras antes de los 24 meses. El léxico se va adquiriendo a medida que va aumentando la necesidad de expresarse en contextos concretos.

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