Así
puedes detectar un caso de ‘grooming’ y saber cómo actuar
Que las redes sociales se han
convertido en nuestra vía favorita para comunicarnos no es un secreto.
Independientemente de la edad, las usamos a diario y nos aprovechamos de todo
lo positivo que nos ofrecen, que es mucho. Según un estudio realizado por IAB
Spain, más de 25,5 millones de españoles utilizan plataformas sociales como
Facebook, Twitter o Instagram, siendo los jóvenes los más activos. Gracias a la
Red podemos mantener contacto con amigos a miles de kilómetros de distancia,
estar informados y compartir opiniones y vivencias con nuestro entorno más
cercano. Pero, como todo, el fácil acceso a las nuevas tecnologías también
tiene sus sombras.
Las redes sociales y la permanente
conexión a internet a través de smartphones y tablets exponen a niños y niñas a
múltiples amenazas, muchas veces derivadas de la falta de información sobre
cómo preservar su intimidad. La red entraña peligros como el grooming, un término –conocido en español como
engaño pederasta– que se refiere al conjunto de acciones llevadas a cabo por
una persona (habitualmente un adulto) sobre un menor, con una intención
marcadamente sexual. Su objetivo puede ser desde obtener imágenes en
situaciones pornográficas hasta establecer contacto físico y presencial para
consumar el abuso. Según explican los expertos, el acosador se oculta bajo una
falsa identidad con la finalidad de que el menor confíe en él. Su estrategia es
crear un vínculo de dependencia del cual el niño no puede librarse, quedando su
voluntad sometida a los deseos del abusador.
Proteger a los
hijos es una prioridad para cualquier padre pero ¿estamos preparados para
hacerlo frente a los acosadores de la Red? Llegada la pubertad es fundamental
hablar con nuestros hijos para concienciarles de la existencia de este tipo de
abusadores, dándoles las herramientas necesarias para evitarlos. No han de
pensar que es algo que no puede ocurrirles a ellos. Según datos del Ministerio
del Interior, las denuncias por delitos sexuales contra menores han aumentado
un 42% desde 2012.
Han de tener
en cuenta que esa información sensible puede ser capturada, copiada y guardada
por aquel que la reciba pudiendo usarla después para extorsionarle o
avergonzarle.
La tecnología facilita
el acceso de los pederastas a sus víctimas, acelerando el proceso y llegando a
cronificarlo mediante el chantaje o la publicación de datos e imágenes
personales. A través de la Red, los pedófilos tienen también más impunidad para
acosar a los menores. No en vano, según cifras de la Agencia Española de
Protección de Datos, “entre los 14 y 17 años un 97% de usuarios tiene perfil en
redes sociales. De esos, uno de cada tres niños acepta solicitudes de personas
que no conoce”. El acceso de los menores a Internet en España es cada vez más
precoz. Según el informe de Unicef Los niños y niñas
de la brecha digital en España, presentado en febrero de 2018, los chicos
que ahora tienen 15 y 16 años comenzaron a utilizarlo con 10, y los que ahora
tienen entre 9 y 10 empezaron con siete.
En el citado estudio de Unicef
–basado en una encuesta de 2016 con una muestra de 4.000 menores– un 42,6% de
las chicas afirmaba haber sido víctima de algún tipo de violencia o acoso
sexual online, frente a un 35,9% de los chicos.
Los datos recogidos por el documento muestran que las actividades diarias más
frecuentes de la infancia y adolescencia en Internet son intercambiar mensajería
instantánea con amigos y conocidos (un 54% realiza esta acción), ver vídeos en
YouTube (43,6%), escuchar música (41,5%) y buscar información (38%). Con estos
datos, queda claro que estos espacios de interacción digital son el lugar en el
que adolescentes y jóvenes se encuentran y relacionan. Por eso, es
fundamental que conozcan los riesgos que entrañan, tal y como nos recuerdan
iniciativas como Por un uso Love
de la Tecnología, con la que Orange quiere concienciar a
padres y menores para que usen las nuevas tecnologías de forma responsable y
segura.
Llegada la pubertad es fundamental
hablar con nuestros hijos para concienciarles de la existencia de este tipo de
abusadores, dándoles las herramientas necesarias para evitarlos.
Es necesario que los niños sepan que
la vida online no es diferente a la vida real por lo que en internet no deberían
hacer cosas que no harían en el mundo físico. Conductas como, por ejemplo, dar
sus datos y contraseñas personales a desconocidos o mantener con ellos
conversaciones de contenido sexual, mostrar imágenes eróticas… Aunque pueda
parecer evidente, no está de más que tengan en cuenta que esa información puede
ser capturada, copiada y guardada por aquel que la reciba pudiendo usarla
después para extorsionarle, avergonzarle e incluso introducirle en una red de
pornografía infantil.
Para poner fin a tiempo a una posible
situación de grooming,
las familias han de estar pendientes a los cambios que puedan darse en el
comportamiento de los menores. En una primera fase, pueden mostrarse
inusualmente ilusionados e incluso llegar a casa con regalos o dinero de procedencia
desconocida. Pero, cuando el acoso se intensifique, se empezarán a observar
otras conductas anómalas. Podrían ser señales de alerta si deja de relacionarse
con sus amigos de siempre; se conecta a todas horas o, por el contrario, lo
hace cuando todo el mundo duerme; experimenta cambios en sus hábitos
alimenticios; se muestra introvertido o esquivo; desarrolla cambios de humor
injustificados; le cuesta dormir; tiene ansiedad o momentos de apatía; o
desarrolla síntomas físicos y psicosomáticos con diarreas y dolores de cabeza,
estómago…
Desde la Asociación de
Internautas, ofrecen una serie de recomendaciones que enseñan a los padres a reaccionar
ante estos delitos de la mejor forma posible. Lo ideal, una vez
detectado el abuso, es almacenar todas las pruebas que sea posible. Es
aconsejable no borrar ningún contenido
(fotografías, videos, conversaciones de whatssapp…) del teléfono o el ordenador
que ha usado el menor para sus comunicaciones. Todo ello podría ser utilizado
como prueba en el futuro. Una vez identificado el acosador, es mejor bloquearlo
que denunciarlo a los administradores de la plataforma, que por sus políticas
de servicio podrían eliminar el perfil automáticamente. Por último, es
importante revisar la seguridad de los dispositivos a los que tienen acceso
nuestros hijos. Hay que examinarlos concienzudamente ante la posibilidad de que
el acosador haya podido infectarlos con un virus. Además, hay que cambiar todas
las contraseñas cuanto antes.
Obviamente es fundamental denunciarlo
a las autoridades. Dicha denuncia deben cursarla los tutores del menor. Hay
diferentes maneras de hacerlo. En caso de no estar seguro, se puede recurrir a
una asociación de protección a la infancia en la que asesorarse o
denunciar de forma anónima y aportar datos sobre el acosador en las páginas
webs de la Policía Nacional o la Guardia Civil. Aun así, lo idóneo
es poner el caso directamente en manos de la Brigada de Investigación
Tecnológica de la Policía o el Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia
Civil, denunciándolo también ante la Fiscalía de Menores o en un Juzgado de
Guardia. En cualquier caso, nunca hay que ceder al chantaje del
acosador ni contactar directamente con él.
En cuanto al menor que está sufriendo
el acoso es primordial evitar que se sienta culpable de la
situación. En este sentido, los padres deben recordar siempre que el menor
es la víctima y darle cariño, confianza para hablar y expresar sus
sentimientos, y seguridad para que no sienta ni miedo ni vergüenza. Además, si
fuera necesario y dependiendo del grado del abuso, es aconsejable facilitarle
apoyo psicológico. Fuente: https://www.abc.es/contentfactory/post/2019/05/17/love-orange-asi-puedes-detectar-un-caso-de-grooming-y-saber-como-actuar/
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