domingo, 21 de octubre de 2018

Aplicar innovación educativa implica salirse de la zona de confort. #innovacioneducativa,

Fotografía Ángel Fidalgo
Llevamos varios siglos con un modelo educativo que ha consolidado un conjunto de hábitos tanto en el alumnado como en el profesorado.
Podríamos decir que nuestro modelo educativo es similar a una sesión cinematográfica, pero sin película. El alumnado está en la sala como espectador, en el escenario en lugar de proyectar la película hay un profesor que se la cuenta. Una vez narrada la película el profesorado evalúa la capacidad del alumnado para repetir la narración. Es mejor alumno el que haga la narración más parecida a la que ha hecho el profesor.
Si lo pensamos esto es cómodo, el alumnado está tranquilo escuchando al profesorado, el profesorado narrará lo que tenía previsto narrar (en tiempo y forma). Para ello cuanto más en silencio esté la sala mejor, cuanto más inactivo esté el alumnado mejor y cuanto mejor se tenga preparada la narración el profesorado mejor. Es cierto que el alumnado prefiere un narrador ameno, ya que de esa forma es más fácil recordar lo narrado, pero todo lo que va a pasar en esa sesión cinematográfica es previsible, planificado de antemano y no habrá cambio de guion.
En una asignatura que innova también hay una sala cinematográfica, pero alumnado y profesorado hacen la película. Esto implica participación activa del alumnado, cooperación, ensayos previos, meterse en el papel del personaje y actuar de forma colectiva. Para el profesorado implica continuar narrando; pero mucho menos, ya que tendrá que ser guionista, director, productor, creativo, solucionador de conflictos, manager e incluso actor. Lo que va a pasar en la sesión cinematográfica nadie lo sabe, dependerá de múltiples factores, pero lo cierto es que el alumnado habrá adquirido ciertas habilidades, competencias y además habrá construido conocimiento.
Hacer una película entre todos es salirse de la zona de confort tanto para el alumnado como para el profesorado. Pero también para los gestores educativos, quienes tendrán que darse cuenta que no basta con poner la sala y elegir la película. Hay que poner escenarios, atrezo y cambiar la forma de evaluación. El que apruebe ya no será la persona que sea capaz de repetir la narración del profesorado, será el que haya tenido una perspectiva global de la película, el que haya sabido relacionarse con el resto de compañeros (se me olvidó decir que en esta película no hay monólogos) y el que consiga, con su personaje, hacer realista la obra.
Innovar es salirse de la zona de confort, es asumir riesgos y es cambiar el guion. Pero innovar también es progresar, avanzar y mejorar la sociedad y todo esto, ahora mismo, es responsabilidad del mundo educativo.
Merece la pena salirse de la zona de confort.
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