El 96% de los casos de
adicción al juego están asociados a otros trastornos mentales.
El
96% de los casos de adicción al juego están asociados a otros trastornos
mentales, como la fobia social, el trastorno por déficit de atención e
hiperactividad (TDAH), trastorno obsesivo compulsivo o TOC, trastorno de
personalidad límite y psicosis, ha revelado la Sociedad
Española de Patología Dual (SEPD).
Según
esta sociedad científica, estas personas sufren patología dual: tienen una
adicción y otro trastorno mental al mismo tiempo. Los jóvenes registran más casos
de juego patológico. La prevalencia en adultos del juego patológico se sitúa en
torno al 1 o 2%, mientras que en adolescentes la cifra aumenta hasta el 8%.
"Las
personas adultas con un trastorno por juego recurren más a la lotería o a las
máquinas tragaperras, mientras que los jóvenes juegan más a apuestas deportivas
y póquer online. Por lo tanto, la oferta de las nuevas modalidades de juego por
Internet se dirige especialmente al colectivo joven", ha explicado el
presidente de la Fundación Patología Dual,
Néstor Szerman.
"Los
adolescentes son más vulnerables a la adicción al juego a través de internet
porque su cerebro es inmaduro y tiene menor capacidad de control", porque
el cerebro se desarrolla lentamente hasta más allá de la segunda década de la
vida de una persona, ha explicado el citado especialista.
"El
neurodesarrollo, o desarrollo del cerebro, soporta las capacidades afectivas,
sensoriales, perceptivas y cognitivas, que se pueden ver expuestas a estímulos
poderosos como los que produce el juego online", añade.
En
este contexto, la SEPD han advertido que el juego online puede entrañar mayor
riesgo de adicción debido a la estimulación visual, la cuantía de apuestas
baja, la disponibilidad y accesibilidad 24 horas y la privacidad.
Además,
"la accesibilidad y permisividad que existe en relación al juego online
expone a una gran proporción de adolescentes a esta oferta, no apropiada para
su edad", apunta Szerman.
El
presidente de la Fundación Patología Dual ha matizado que jugar muchas horas no
es adicción. "Hablamos de conducta adictiva cuando esta actividad deja de
ser lúdica e impacta de forma negativo en estos chicos, en detrimento de sus
relaciones familiares, afectivas y académicas, y tiene una repercusión
conductual, ya que, por ejemplo, deben conseguir dinero para seguir
jugando", señala.
De
hecho, los cambios comportamentales son los que hacen saltar las alarmas en el
entorno del adolescente con un trastorno por juego. "A los afectados les
cuesta reconocer que tienen una adicción, lo que retrasa la puesta en marcha de
medidas terapéuticas. En el caso de los adolescentes, el juego les produce un
efecto sedante y calmante de malestar que ya sufrían previamente",
concluye.
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